E2/T3 La soledad elegida y sanadora

00:00 Introducción
05:10 Reflexión maestra
09:31 Cuentos de sabiduría
16:25 Meditación guiada
31:22 Cierre

La persona que encuentra la plenitud en el jardín de su soledad es realmente un individuo. Si tu felicidad depende de los demás, eres un esclavo.

La civilización actual le tiene mucho miedo a la soledad. No quieren que descubras los beneficios de comprender que estás solo.

Esto no significa que te tengas que convertir en un ermitaño, pero la cantidad de estímulos, tareas, actividades y compromisos en los que estás involucrado exceden con mucho lo saludable, te desvían de lo importante, vives en una sociedad saturada de sociedad, a punto del colapso de tu propia atención, te quieren entretenido con el mundo de las ilusiones. Y dentro de poco habrá un mundo virtual en el que introducirse, una ilusión dentro de una ilusión.

No quieren que estés solo, no pueden permitirlo. Si aprendes a estar sólo ellos pierden el poder que tienen sobre ti.

Si recuperas tu atención, si no les regalas tu tiempo en el mar de juegos, distracciones y notificaciones, ellos no existen. Desaparecen.

Por lo tanto, tienes que saber que lo más preciado que tienes no es el tiempo, como te han hecho creer, sino lo que haces con ese tiempo, es decir, aquello a lo que le prestas atención. Es lo único que es tuyo de verdad, porque con eso confeccionas tu realidad momento a momento.

Cuanta menos atención seas capaz de manejar, más manipulable serás, menor capacidad de ir hacia adentro tendrás, menor posibilidad de ser un viajero interior.

Ahí fuera compiten cada vez más agresivamente para robarte la atención, no sólo desde los teléfonos, también desde el ocio, en los viajes que realizas, en tu trabajo, con tu familia… es algo enfermizo; los ladrones de la atención quieren estar en todas partes todo el tiempo, porque saben que eso les das poder e influencia sobre ti y, si compras su mensaje, te han convertido en esclavo, cosificándote, siendo uno más, un número más en un mar de insignificantes números.

Y cuando te cosifican y aceptas el estado de cosa, pronto te despedirás de tu propia humanidad en todos los ámbitos de tu vida.

Cuando te atreves a alejarte de este escándalo generado por esa multitud de egócatras inconscientes y enfermos que mueven el mundo, ocurre algo maravilloso.

Esa soledad buscada te permite reconectar contigo mismo, con el ser humano que eres. Allí encuentras tu jardín, ese que es tuyo y nada más.

Si al principio te asustas es porque hacía tiempo que no lo pisabas, está lleno de maleza y malas hierbas. Pero cuando llegas, empiezas a cuidarlo, a retirar lo que sobra, a plantar las flores que de verdad te gustan y, si encuentras la paciencia suficiente para atravesar el dolor que supone tomar consciencia de esta transformación, habitarás en tu propio jardín interior, inamovible mientras caminas a lo largo de una vida que, cada día que pasas en el jardín, puedes llamar con más derecho, tu propia vida.

Ya nadie te engañará intentando convencerte de que la felicidad está en algún lugar fuera de ti, en un coche, en una mansión, en un título, en Bali.

La felicidad es tuya, y está en tu interior aquí y ahora. Siempre lo estuvo.