Meditación Guiada Encuentro Con Jesucristo

Transcripción de la “Meditación Guiada Encuentro Con Jesucristo”

En el fondo, en la época en la que vivimos, nadie sabe quién fue Jesús de Nazaret o Jesucristo. Harto difícil es. Sí que os tengo que pedir que tengáis mucha precaución con aquellos que hablan en su nombre. Sobre todo el mensaje de Jesús es algo personal, es algo interior. Nadie tiene su voz. 

Su voz está en ti, está en tu interior. Esa es la voz que tiene todo el peso. Los demás podemos hablar para informarte, para evocar las sensaciones que puedes tener con tu experiencia interior. Pero el Cristo siempre es interior. 

La revelación siempre es interior. El amor, la compasión, la paz que infunde su ser es siempre interior. 

También me pregunto en muchas ocasiones cómo sería encontrarme con él, estar delante de su presencia o de la presencia de cualquier avatar, de cualquier gran maestro, ya sea Jesús, Buda, Mahoma, Zoroastro, Maní o tantos otros grandes maestros que quedaron para la historia. Seguramente su magnetismo estar al lado de estas personas en silencio sería suficiente para transformar a las personas que estaban a su lado. 

Por supuesto, a aquellas personas que estaban abiertas a esa transformación, a esa vibración, no todos, no la mayoría están preparados y sobre todo en los tiempos que vivimos, donde la mayoría está lejos, muy lejos de tener la razón y la verdad. 

Vivimos en un mundo bastante involucrado en el despropósito más absoluto. 

Con las meditaciones, meditando, aprendemos a ir hacia adentro, hacia otra clase de mundo. Aprendemos del mundo de las proyecciones que vemos fuera, aprendemos de otros, pero porque nos vemos reflejados en esos otros. Al final, el aprendizaje verdadero está en el interior de cada ser humano aquí y ahora, en ti, no en otro lado, en otra parte de este mundo ínfimo, enano, diminuto, tan pequeño.

 ¿Dónde vas a ir? Tienes que estar contigo. Nunca vas a irte de ti. Así que está bien viajar, pero que no sea eso lo importante en tu vida, porque a veces nos podemos perder de tanto mirar hacia afuera, de tanto querer buscar la respuesta afuera. En la meditación de esta semana de espacio Mindfulness vamos a ir hacia adentro. Vamos a buscarle a él. Vamos a permitir que nos dé él una respuesta. Sin ego, sin esperar nada a cambio. 

En la meditación de esta semana nos preparamos para sumergirnos en la figura de Jesús de Nazaret, de Jesucristo, de El Cristo, ese Cristo interior. Así que nos recogemos, erguimos la columna y en silencio cerramos los ojos para inicia esta introspección, esta reflexión que nos llevará a lo más profundo del ser.

En primer lugar, inspira por la nariz todo l que puedas y exhala por la boca también lo más largo que puedas. Realiza esta respiración tres veces. Después de estas tres respiraciones, cierra tu boca y respira solo por la nariz. Mientras vas recogiéndote cada vez más en tu silencio y dejándote llevar por esta voz y esta música. Imagina que vas caminando por un camino de tierra. Una senda apenas dibujada en el suelo.

Un suelo de monte seco, con pocos árboles. Si te fijas, en tus pies llevas unas viejas sandalias y como ropa, un manto blanco que te cubre. A lo lejos observas una aldea, una vieja y antigua aldea del siglo I d.c., una de las que había tantas al este del Mar Mediterráneo. Te acercas a la aldea, entras en ella y ves que hay poca gente caminando por sus calles arenosas, llenas de polvo, tú sabes que están reunidos con él, pero no sabes dónde. Así que pregunta, pregunta a quien veas en las calles donde están todos y sigue sus señales. Las indicaciones te llevan a una pequeña cueva un poco a las afueras de la aldea. Cuando cuente tres te introducirás en esa cueva. Uno, dos y tres. Cuando entras apenas ves. 

Puedes percibir a las personas, las antorchas iluminadas, y te sientas en un espacio, al lado de otra gente, todos están en silencio. Y tú observas, llegado el momento, recuperando la visión en la oscuridad. 

Ves cómo hay dos docenas de personas rodeando en círculo a una sola persona arrodillada, ante todos, en una pequeña explanada de tierra que se abre en el interior de la cueva, casi a oscuras. Esa persona que está en el centro está orando, con los ojos cerrados y de rodillas, absolutamente concentrada en su rezo. 

Conforme pasa el tiempo en el interior de la cueva, aprecias con claridad que la cueva no está iluminada por las malas y pequeñas antorchas que rodean esa misma cueva. 

Es la luz que emana de la persona que está en el centro del círculo, la que os ilumina a todos observas en un momento dado como él se levanta de su meditación, te mira directamente a los ojos y se acerca a ti con un aura magnética que notas a cada paso que da, más fuerte, más vibrante.

Parece como si no se acercara una persona, sino una corriente de aire caliente que te llega hasta el alma. 

Cuando llega enfrente de ti, puedes observar a través de sus ojos infinitos, como si fueran dos soles abiertos, a todas las respuestas que necesitas, observas a través de ellos, sus ojos y más allá. Su esencia. Una esencia que llega a la fuente de la que bebéis ambos. 

Cuando cuente tres, te sumergirás con valentía en esos ojos y vivirás una experiencia sin palabras, que es la respuesta que esperas de él, prepárate para el salto. uno, dos y tres encuentra las respuestas. 

La visión que se te ha revelado es solo tuya. De nadie más. Vuelves a tomar consciencia de cómo observa sus ojos, unos ojos que no se te van a olvidar nunca. 

Después de eso, él sale de la cueva y se marcha. Os deja a todos allí en silencio. Y cuando en un instante, un instante después podéis compartir, ¿os dais cuenta todos los que estáis allí que habéis vivido exactamente la misma experiencia personal y única con él. 

Después de unos segundos, resituando la situación, las personas van saliendo de esa cueva. Él se ha marchado ya. Y ahora a ti te toca regresar. Despídete de la aldea y encuentra el viejo camino que te llevó hasta allí. Recorre esa senda, vamos. Cuando cuente tres, regresarás de ese lugar imaginal y harás que caiga sobre ti, que descienda sobre ti la energía que has encontrado en el interior de esa cueva. Con él, visualízalo poderosamente. Uno, dos y tres. Quien tenga oídos para oír que oiga, quien tenga ojos para ver que vea. Recupéralos y vuelve a este lugar paso a paso. Después de una meditación como esta. En muchas ocasiones, se necesita un momento de introspección, un momento para estar con uno mismo, recuperando el mensaje directo. 

Ha recibido de esa luz crística del Cristo, de Jesús. Como queráis definirlo. Al final, las palabras aquí solo representan una pequeñísima parte de la realidad de lo que es. Por lo tanto, tenéis que buscar vosotros esa definición. 

La experiencia. Eso es lo que cuenta. Recordad que la figura de un avatar, de un ser encarnado de este nivel, ya sea Jesús o Buda, quedan para siempre en la eternidad en el universo allí donde han estado, en este caso aquí, en la Tierra. Conectaros como hemos hecho con su vibración, cuando queráis, cuando lo deseéis. 

Está ahí. Esa vibración energética nos ayuda, nos empuja, nos impulsa hacia adelante, hacia ellos, hacia ellas. Están ahí, observándonos todavía en la eternidad. Desvelaron todos los secretos de la vida. Y lo hicieron en su interior. Así que te invito a que utilices todos estos medios, los libros, los cursos, a nosotros, a los maestros, instructores, profesores, para escuchar, para aprender, pero donde de verdad se dirime paso a paso tu vida es en tu interior. Donde verdad crecemos es en nuestra consciencia, la que se expande, la que crece, la que recorre el universo es ella. 

Fuera, no está la solución, siempre es dentro. Y esa es una de las lecciones que nos enseña Jesús. Dentro, en esa vibración tan elevada que es el amor, que es la imaginación, la compasión. En ello resuena ese yo soy, el que yo soy. Con mayúsculas. Ahí estamos todos, resonando a cada momento lo que somos. 

Un abrazo y hasta la próxima 

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