Transcripción de la “Meditación Guiada La Amistad Verdadera”
En la meditación de la amistad, vamos a encontrarnos en ese sentimiento, en esa cualidad, en ese valor tan importante para épocas pasadas, para muchas generaciones anteriores que no contaban con dispositivo tecnológicos que simulaban tener cientos d amigos. Cuando solo había un ser humano a tu lado con el que poder relacionarte y vincularte o una docena de ellos, unos pocos, era mucho más importante es vínculo. Ahora los simulamos. Ahora parece que tenemos cientos de conexiones que no dejan de ser etéreas, ilusorias, demasiado frías para ser auténticas. Que reflexionemos sobre ello nos tiene que hacer entender que aquellos vínculos valioso los de verdad, hay que cuidarlos. Y no es necesario estar presentes día a día en esos vínculos. Cuento, por fortuna con verdaderos amigos y amigas que pese al tiempo cronológico pasado, pasen meses o pasen años, sé que son hermanos del camino y están ahí, acompañándome. En cuanto conectamos con esas personas, el tiempo se detiene y parece que no ha pasado nada. Aunque fueran años los que nos han mantenido alejados por diferentes circunstancias. Y es que la amistad no se mide en tiempo. Por lo menos cronológico. Es una cualidad. Y aquí entra nuestro querido amigo Kairós, ese tiempo vertical, el mundo de las cualidades, el mundo de la presencia. Y antes de empezar la meditación, me gustaría también decir que lo más importante es que uno sea amigo de sí mismo, pero no en un aspecto egoico o narcisista, entiéndase, sino tener una mirada interior amorosa, que nos respete, que pese a las faltas que cometamos aparentemente en el exterior podamos mirarnos con indulgencia y amor para corregirlas o para saber exactamente dónde hemos fallado y para, en cualquier caso, repararlas en el exterior si eso fuera necesario, claro y con todo esto aprendemos más y más de nosotros mismos. Y ese es el gran misterio de nuestras redes, de los vínculos que generamos con el universo, que en el fondo son vínculos con nosotros mismos.
Nos adentramos en la meditación de hoy, sintiendo profundamente esa amistad, ese sentimiento que nos une a todas las cosas.
En primer lugar, endereza tu columna, estés sentado o con las piernas cruzadas o en una silla, lo más importante es que tu columna esté erguida, tus hombros relajados y tu mentón recogido. Empieza a cerrar los ojos. Y respira profundamente inhalando por la nariz exhalando lo más largo que puedas por la boca. Realiza esta respiración tres veces. Profundamente, con los ojos ya cerrados. Y respirando de forma natural sólo por la nariz, concéntrate en tu pecho.
Siente cómo late tu corazón. A cada momento que le prestas atención. Más y más fuerte late.
Más y más puedes percibir el sonido en tu pecho, obsérvalo unos segundos. Mientras observas tu pecho, percibes también que de él salen quizá una docena o quizá más, hilos dorados. Hacia la oscuridad del horizonte y se pierden. ¿Cuántos son esos hilos? Observa totalmente tu alrededor y mira cómo esos hilos se alejan y se alejan, perdiéndose en el horizonte. En un momento determinado sientes como esos hilos se tensan, y lo notas en tu pecho. Y pareciera que esos hilos, como un carrete de pescar, se van recogiendo porque se están acercando las personas que están vinculadas a ti.
Conectadas por ese hilo y observas en el horizonte y a lo lejos como las siluetas de estos seres se aproximan a ti lentamente. Observa los seres, las personas que se acercan a ti, que están vinculadas a ti en este momento. Quizá alguna te sorprenda, otras no tanto. Observas y ellas te observan a ti. Vuestros corazones están unidos en un vínculo que va más allá de la mente, más allá de la razón, un vínculo que te une de alguna forma, incluso más allá de lo físico. Allí, en ese vínculo, en ese hilo dorado, encuentras un aprendizaje, un pacto, un vínculo más allá de lo comprensible.
Observaros los unos a los otros. No es necesario decir nada. Todo está en esa imagen, en vuestra observación que ya aflora las emociones de por sí. Todo se entiende sin palabras aquí. El mensaje es directo y claro a través de ese hilo dorado, tus vínculos, tu camino. Nútrete de ello. Observa en cada hilo dorado y en cada ser humano que lo representa una parte de ti. De repente, ocurre algo extraño. Cada ser que contemplas, cada persona va reflejando tu imagen. Hasta que todos ellos se convierten en espejos en los que puede observarte. Espejos que están unidos a ti con un hilo dorado.
En cada espejo puedes ver reflejado una parte de ti.
– No en todos ves lo mismo.
– En cada uno de ellos te muestra lo que esa relación tiene para ti.
Obsérvalo. ¿Qué dice cada espejo de ti. Después de la observación, tranquilamente esos espejos se alejan. ¿Por dónde han venido? ¿Sientes cómo esos hilos dorados s extienden desde tu pecho y permites que se sitúen donde tienen que estar. Allí está bien. Cuando los espejos se alejan, las emociones se calman y vuelves a centrarte en ti. Vuelves a escuchar los latidos de tu corazón, aquí y ahora. Se van disolviendo esos hilos dorados y solo quedas tú meditando, respirando.
En ti. Y paso a paso, vuelves a este aquí y ahora.
Respira profundamente y regresa. Y mientras acaba la meditación y regresas, tómate tu tiempo. Seguramente hayas despertado emociones que las personas que han llegado hasta ti en l meditación suelen provocarte buenas o malas. Eso es lo de menos, sin juicios. Al final, cuando se remueve el emocional, hay una oportunidad de avanzar, de integrar, de asumir, de dar pasos hacia adelante en tu comprensión y en tu responsabilidad seguimos caminando por supuesto y gracias por seguir acompañándome en este camino.
Muchas gracias de corazón, nos vemos y nos escuchamos la semana que viene, un abrazo muy grande.
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