Transcripción de la Meditación Guiada Permitirnos La Sabiduría Interior
En un mundo cada día más acelerado, en un mundo que no para, donde el individuo parece que es lo menos importante? En un mundo con graves problemas en su educación, en su desarrollo o crecimiento interior! Es más necesario que nunca señalar dónde está el camino. Y si señalo a algún lado es hacia mi pecho, en este momento. Siempre el camino es hacia adentro. La solución está en nuestro interior. Es allí donde encontraremos todas las respuestas posibles, donde sanaremos todos nuestros males, heridas, rencores, pensamientos, donde podemos reconciliarnos con cualquier ser humano. En primer lugar, si no lo hacemos con nosotros mismos, si no prestamos la atención suficiente a nuestra sabiduría interior es imposible. Nos adentramos una semana más en una meditación que va a profundizar en un tema en concreto. Me gustaría que en los próximos minutos pudiéramos observar de esta forma metafórica que nos da la meditación guiada, nuestra sabiduría interior y ya no solo observarla, sino permitirla, porque en muchas ocasiones no no permitimos que emerja esa sabiduría. Impedimos la sabiduría misma por el conocimiento que nos viene de fuera, por ese colapso que permitimos y que vaya, oye, no somos del todo culpables de ese colapso porque lo que viene es un auténtico tsunami en esas pantallas, en esos ruidos, en esa vida acelerada, en personas que corren a todas partes hacia ningún lado. Es difícil, lo reconozco, es muy difícil, pero la recompensa a la hora de prestarnos la correspondiente atención es más valiosa que nunca en la humanidad. Somos seres humanos en una guerra interior absolutamente seria y mucho más que en otras épocas. Nos bombardean constantemente en todo momento. No hay respiro, ni un segundo. Y eso es duro. Por suerte, mi misión, al fin y al cabo, es crear estos espacios que te den la oportunidad. Quédate con esto en la meditación. Encontrar espacios y más que encontrarlos, permitirlos. Nos preparamos para la meditación de esta semana. En primer lugar, la posición del cuerpo. Acuérdate que nos sumergimos en la meditación guiada siempre de fuera hacia adentro. Encuentra el lugar correspondiente, adecuado, que no te moleste nada en los próximos minutos, vaya. Y te sientas o caminas o te tumbas, pero siempre con la espalda erguida. Hombros hacia abajo y hacia atrás, mentón recogido y empiezas a observar, a sentir tu cuerpo con tus sentidos. Si no has cerrado los ojos todavía, ciérralos.
Nos sumergimos en esta calma, en esta paz. Y si en este momento no estás en esa calma y en esa paz, no te preocupes. Gestiona tu respiración de forma consciente. Inspira por la nariz profundamente y exhala por la boca lo más largo que puedas. Y procura concentrarte tan solo en esta actividad. Realízalo 3 veces. Después de respirar de esta forma, cierra bien la boca y tan solo respira por la nariz. Inspiras profundamente por la nariz y exhalas por ella Y preocúpate durante toda la meditación en que tu respiración sea natural. Por lo demás, puedes olvidarte de la respiración. Obsérvate en un espacio oscuro, cerrado. Estás tú, meditando en la posición que has elegido. Y todo lo demás es oscuridad.
Te observas desde una decena de metros. Obsérvate con todo detalle. Mientras te observas, percibes que a tres o cuatro metros de tu imagen aparece una esfera.
Observa el color de la esfera.
La esfera va apareciendo y rodeándote, sin prisa, paso a paso.
No dejas de observarte ni de verte. La luz es tenue.
Observa cómo esa luz y esa esfera va rodeándote. Ahora que puedes verla con total claridad. El interior de esa esfera está reservado a tu sabiduría interior. Todo lo que hay dentro de esa esfera de luz es lo más puro de tu conocimiento.
Ves acercándote poco a poco a esa esfera, sin atravesarla todavía.
Observa sus límites, su color.
Observa cualquier detalle. Por supuesto, sigues viéndote en el interior de la esfera. Todavía desde el exterior de la esfera, observas en el interior de ella además de a ti mismo objetos, figuras y símbolos que pasan, que conviven en el interior de esa esfera.
Son fragmentos de tu sabiduría. Fragmentos de tu esencia.
En este momento asomas la mirada a lo más esencial de ti. El verdadero conocimiento de tu ser, que nunca encontrarás fuera, está en tu observación interior, aquí. Ahora, permítete observarlo. Permite que la sabiduría interior llene esa esfera. Que navegue en ella, que emerja, que nazca, se desarrolle. Que conviva contigo. Esa parte esencial de ti queda visible en el interior de esa luz. Y tú, puedes observar.
Permites que ese espacio sea un espacio de manifestación.
Y cuando cuente tres, saltarás conscientemente al interior de esa esfera. Y podrás navegar en ese espacio de sabiduría interior, personal, intransferible atención uno dos y tres. Salta. ¿Qué encuentras en ese espacio interior? ¿Qué fragmentos de ti navegan en él? ¿Qué puedes interconectar? ¿Qué puedes descubrir allí?. Solo tú lo sabes. Descúbrelo. En esta observación pausada, observando el espacio de sabiduría interior que has permitido queda sellado en tu interior.
Toma consciencia de este espacio.
Este espacio es más importante incluso que lo que se ha representado ahora en él. Desde este lugar seguro podrás escoger, elegir, ver y trabajar aquellas cosas de ti mismo que es necesario que trabajes.
Siente la alegría que surge de tu interior al forjar este espacio en ti. Un espacio que ya permanecerá para siempre en tu interior.
Tu espacio de sabiduría interior. Observa ahora cómo la esfera de luz no desaparece, sino que va reduciendo su tamaño hasta quedar albergada en tu corazón.
Observa.
No pierdas esa sensación en el corazón. Escucha cómo late, cómo se mantiene ese espacio seguro en tu interior creado para ti, por ti.
Es un gran regalo que te haces a ti. Nadie puede arrebatarte ese espacio. Es tu espacio, solo tuyo, desde el cual puedes descubrirte y conectarte con el mundo.
De allí brota tu sabiduría, de la atención que le prestas a ese espacio. Manteniendo ese espacio como un susurro en tu interior, vuelve poco a poco a esta realidad. Paso a paso. Vuelves de la meditación guiada. Y ahora que estás aquí, te recuperas conscientemente paso a paso, sin ninguna prisa. Has creado un espacio muy importante en tu interior, un espacio de atención y de sabiduría, de atención y educación personal. Recuerda que la práctica de esta atención, educarte desde dentro, mejora todo tipo de cosas en uno mismo.
Hay mucho que decir en cuanto a los beneficios de tener esta atención plena de trabajarla y de enfocarla en la educación, tanto personal como de los demás, si ere maestro o profesor. Dentro de cada uno de nosotros reside un fuente infinita de sabiduría. Una luz interior que guía nuestros pensamientos, decisiones y acciones. Esta sabiduría innata es el reflejo de nuestras propias experiencias, intuiciones, comprensión, esa comprensión más profunda del mundo y al final de nosotros mismos. Sin embargo, esta luz no siempre brilla con la misma intensidad. A menudo se ve oscurecida por distracciones, el ruido externo, las pantallas, esas enseñanzas impuestas que no resuenan con nuestra verdadera esencia. La educación en su forma más pura y elevada no se trata simplemente de impartir conocimiento o de llenar mentes con información. La verdadera educación es un arte que consiste en crear el espacio adecuado y nutrir el ambiente necesario para que esa sabiduría interior pueda emerge y florecer. Es un proceso de facilitación, de acompañar y guiar, más que de dictar y controlar. Cuando los educadores reconocen y ahorran la sabiduría que ya reside en cada individuo crean un entorno donde el aprendizaje se convierte en una exploración conjunta. Este espacio seguro, estimulante, permite que los estudiantes descubran y desarrollen su propio potencial, cultivando sus capacidades intelectuales, emocionales y espirituales. La educación entonces se transforma en una herramienta para liberar el poder interno, permitiendo que cada persona alcance su plenitud y contribuya al mundo con su singularidad. En última instancia, la sabiduría interior es como una semilla que ya está presente en cada uno de nosotros. La educación debe ser la tierra fértil, el agua, la luz que permite esa semilla que permite que germine, crezca y de frutos. Al crear las condiciones propicias, la educación ayuda a revelar la verdad interior de cada ser humano, promoviendo una vida de integridad, propósito y armonía con este mundo. El mundo que tenemos, el único que tenemos.
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